LeBron James ya es historia del baloncesto tras convertirse en el anotador más prolífico de la historia de la NBA batiendo el récord que ostentó Kareem Abdul-Jabbar durante 39 años y que durante largo tiempo se consideró inalcanzable. ‘King James’ se aupó a la cima al sumar su punto 36 cuando quedaban 10 segundos para el cierre del tercer cuarto ante los Oklahoma City Thunder, que acabaron ganando el partido por 133-130.
La derrota sigue alejando a los Lakers de playoffs, pero no opacó la gran noche de James, que terminó con 38 puntos y elevó el registro de sus dos décadas de carrera hasta los 38.390 puntos, por encima de los 38.387 que acumuló el legendario Abdul-Jabbar.
Un récord eterno en una cotidianidad diminuta: al mismo tiempo, los Angeles Lakers apuran los últimos días de mercado buscando cómo mejorar un equipo que a duras penas mantiene cierta esperanza.
El último varapalo llegó este domingo cuando Kyrie Irving, el mejor jugador con cartel de transferible, fue traspasado a los Dallas Mavericks. Tan favoritos se veía a los Lakers, tan favorito se veía LeBron que, cuando se supo que Irving quería salir de Brooklyn, publicó un tuit anticipando lo que no ha pasado. Cuando se anunció que el base sería compañero de Luka Doncic y no suyo, LeBron volvió a coger el teléfono para tapar la decepción con un poco de ironía. «Quizá soy yo».
De haberlo conseguido, los Lakers habrían reunido, incluso en un decorado raquítico, a LeBron con el mejor compañero interior que ha tenido -Anthony Davis- y el exterior con el que mejor ha encajado -Kyrie. Por supuesto Kyrie no habría sido garantía de nada. Ya rompió sin previo aviso su relación con James en Cleveland; plantó a los Celtics después de jurarles amor eterno; y la sociedad con su amigo Kevin Durant en los Nets ha estado marcada más por sus salidas de tono (el contenido antisemita, las teorías antivacunas, la espiritualidad de mercadillo) que por el inmenso talento que atesoraba.
Por supuesto, Kyrie Irving no es garantía de nada. El jugador que decidió las Finales de 2016 con un triplazo ante Stephen Curry parece hoy tan capaz de convertir un equipo en candidato al anillo como reventarlo desde dentro. Como ya hizo en Cleveland, en Boston o en Brooklyn. Pero parecía la mejor opción de estos Lakers, y eso ya dice suficiente del decorado en el que LeBron James hará historia esta semana. Llegado ya el último tercio de la temporada, los angelinos son 13º del Oeste con un balance de 25-29.
Está siendo la tónica, más que la excepción, en el paso de LeBron James por los Lakers. De sus cuatro primeras campañas, solo en dos jugaron los playoffs -aunque ganaron el anillo en 2020. En la primera el proyecto aún estaba en pañales, esperando esa segunda estrella que, pronto se supo, sería Davis. Y en las dos últimas las lesiones y las urgencias mal llevadas han ido arrinconando el equipo hacia esa nada en la que está hoy: lejos de ser candidato y con muy poco margen de maniobra.