Los Ángeles, (SW).-   Bailey Street atraviesa por el Mariachi Plaza, donde los mariachis se reúnen en busca de ser contratados, antes de llegar al hospital White Memorial.

Esta sección abarca una cuadra de largo. Además de la plaza, está bordeada por un estacionamiento y algunas casas.

Pero la sencilla calle de Boyle Heights se ha convertido en un foco de opiniones contradictorias sobre el legendario cantante mexicano de rancheras, Vicente Fernández, quien murió en diciembre pasado, a los 81 años.

Una propuesta para cambiar el nombre de la calle en honor al muy popular y amado ídolo se enfrenta actualmente a la oposición de residentes y activistas, que reprueban sus comentarios homofóbicos y las denuncias por haber acosado sexualmente a una mujer.

Mucho más allá del vecindario del Este, latinos de todas partes han llorado a ‘Chente’, recordándole a muchos otros que tengan en cuenta sus propios errores o, en algunos casos, intentando reconciliarse con sus propios sentimientos encontrados.

Las divisiones expuestas por la muerte de Fernández ya son familiares para quienes discuten diferencias sobre temas como las vacunas contra el COVID-19, el término “latinx” y cuánto llamar la atención sobre el comportamiento de los adultos mayores, inmersos en la antigua cultura del machismo.

Cómo conmemorar a ‘Chente’, con defectos y todo, es la nueva manifestación de un tenso debate generacional e ideológico entre los latinos.

Kevin de León, el concejal de la ciudad de Los Ángeles que representa el área, llamó a Fernández el “jefe de jefes” en una moción que presentó a sus colegas para cambiar el nombre de Bailey Street, entre First Street y Pennsylvania Avenue.

Pero algunos miembros del Concejo Vecinal de Boyle Heights quedaron desconcertados por la propuesta. De León había avanzado sin consultarlos, dijeron, confiando en cambio en los comentarios de los mariachis de la zona, pro-Fernández.

En un borrador de carta a De León, miembros del Comité de Planificación y Ordenamiento Territorial de la junta vecinal se refirieron a una entrevista televisiva de 2012, en la que Vicente Fernández contó que había rechazado un trasplante de hígado porque le preocupaba que el donante fuera un “homosexual o drogadicto”.

La misiva también citaba una noticia de 2021 de que el cantante, que ganó tres premios Grammy, ocho Latin Grammy y una estrella en el Paseo de la Fama de Hollywood, se había propasado con una joven.

La controversia sobre el propuesto cambio de nombre de la calle fue reportada por primera vez por Boyle Heights Beat y LA Taco.

“La oficina de Kevin de León nos ignoró y, en cambio, se acercó a los mariachis y los negocios de mariachis y obtuvo una perspectiva realmente sesgada de lo que quería la comunidad”, afirmó David Silvas, vicepresidente del concejo.

Silvas, de 36 años, es agente de bienes raíces y vicepresidente de la organización sin fines de lucro Boyle Heights Community Partners, que trabaja para preservar edificios históricos.

Es de ascendencia húngara y rumana y vive en Glassell Park, pero tiene raíces profundas en Boyle Heights: su bisabuelo se mudó allí en la década de 1920. Él se opone al cambio de nombre porque quiere “más inclusión” para los residentes del barrio y respeto por aquellos que a menudo han sido ignorados, en particular, las personas LGBTQ.

Carlos Montes, de 74 años y quien forma parte del concejo vecinal, ha lidiado con las deficiencias de Fernández. El hombre es activista chicano desde hace mucho tiempo y socio fundador de Brown Berets. Fue un organizador clave de la Moratoria Chicana y las huelgas estudiantiles del Este de Los Ángeles. Para él, ‘Chente’ debe ser honrado a pesar de sus defectos. “Sinceramente, no colocar el nombre de Vicente a la calle sería un ultraje y nos haría quedar mal a nivel local e internacional”, consideró Montes, veterano residente de Boyle Heights. “Apoyamos los derechos LGBTQ+, pero hay mejores maneras de hacerlo que descartando los logros de un gran héroe cultural muy amado aquí”.

Eddie Martínez, director ejecutivo de Latino Equity Alliance en Boyle Heights, sopesó el valor sentimental de Fernández frente a su mal comportamiento y tomó partido por esto último. La alianza, que defiende los derechos LGBTQ y aboga por los jóvenes, se opone a que la calle lleve el nombre del cantante. “Es difícil para alguien que es queer, moreno y ama la música”, afirmó Martínez, de 53 años, quien también es vicealcalde de Huntington Park. “Mi mamá es una gran admiradora y su música es genial. Pero no me gustan esos comentarios, y tenemos que reconocer que son problemáticos”.

En una reunión del Concejo Vecinal de Boyle Heights del 26 de enero, docenas de residentes hablaron a favor del cambio de nombre, y seis se opusieron.

Una habitante, Mari García, destacó su deseo de que Fernández se una a César Chávez como ícono latino y que las calles de Boyle Heights llevaran su nombre.

El concejo votó para enviar el borrador de la carta en oposición al nombre Vicente Fernández de vuelta a su comité de uso del suelo, que desarrollará una política general sobre el cambio de designación de las calles.

De León se negó a ser entrevistado por The Times.

Su jefa de gabinete, Jennifer Barraza, destacó que el concejal planea impulsar el cambio de nombre. La propuesta pasó al Comité de Obras Públicas del Concejo Municipal, que investigará el costo y la cantidad de letreros nuevos que se requerirían.

Los miembros del personal hablaron con empresas y residentes alrededor de Bailey Street y “no recibieron ninguna crítica”, aseguró Barraza.

Fernández fue un ser humano, con defectos como cualquier otro, que brindó consuelo a los inmigrantes latinos durante sus difíciles viajes, dijo. “A las familias latinas de Los Ángeles y de otras partes del mundo nos hizo sentir orgullosos de lo que somos”, afirmó Barraza. “Nos vio cuando el resto del mundo simulaba que éramos invisibles”.

En el Mariachi Plaza en una tarde reciente, la cantante Maricela Martínez habló sobre el legado de Fernández mientras esperaba su próximo concierto. Estaba tan conmovida por el cambio de nombre propuesto que lloró cuando se enteró. “No conozco un mariachi en Boyle Heights ni en ningún otro lado que no toque al menos una de sus canciones”, comentó la fundadora del Mariachi Lindas Mexicanas, compuesto únicamente por mujeres. “Escuchas su nombre y su música todos los días, en cada concierto, a cada hora”.

Fernández representa un machismo en la cultura mexicana que está “cambiando muy lentamente”, agregó Martínez, de 40 años de edad. Pero el artista también la empoderó cuando era niña, haciéndola creer que sus sueños eran posibles. Su padre era mariachi, y ella siempre pensó que la profesión no era para mujeres.

En un concierto en Ciudad Juárez, México, cuando tenía 12 años, Fernández la subió al escenario y cantaron juntos “Hermoso cariño”. “Estar allí me hizo pensar que podía ser mariachi en una época en que las niñas no lo eran”, expresó.

Para algunos inmigrantes, la música de Fernández habla de su deseo de una vida mejor en EE.UU y el costo emocional que ello ha tenido.

Marisol, de 22 años, residente de Boyle Heights que tiene un estatus legal temporal mediante el programa de Acción Diferida para los Llegados en la Infancia, ha llorado muchas veces escuchando “Los mandados”, quizá la balada de inmigración más famosa de Fernández. “Cuando creces en el lado Este, te encuentras con tantos expatriados que luchan por sobrevivir”, afirmó la joven, quien no quiso dar su apellido debido a preocupaciones sobre su estatus migratorio. “Esa canción le habla a muchos en esta comunidad y en todo el país”.

Ella está decepcionada por las acusaciones de acoso sexual, pero la “vida de Fernández no debe definirse por un error, sino por todas las personas a las que inspiró”, destacó.

Durante dos décadas, el maestro sastre Jorge Tello ha cosido trajes de mariachi y otras prendas tradicionales mexicanas en La Casa del Mariachi, cerca de First y Bailey. La sastrería y otras pequeñas empresas han sufrido en la pandemia. “Entiendo por qué algunas personas están molestas, pero estas son buenas noticias y una publicidad que realmente se necesita para las pequeñas tiendas, los restaurantes y los mariachis”, destacó.

Matthew Nava, nativo de Boyle Heights, recita poesía en la plaza y trabajó como asistente de bar en Eastside Luv, un club nocturno cerca del Mariachi Plaza, de 2008 a 2010.

Nava, de 36 años, apoya el cambio de nombre, idealmente con una placa que detalle los aciertos y errores del músico.

En el club, su clientela consistía principalmente en latinos nacidos en EE.UU. La música también era principalmente estadounidense: punk, rock, hip-hop y rap. Sin embargo, las noches generalmente terminaban con un clásico de Fernández: “Volver, volver” o “El rey”.

 

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