En la cripta de la Catedral Santiago Apóstol en Santiago, fueron sepultados este martes los restos mortales del arzobispo emérito de Santiago, monseñor Juan Antonio Flores Santana, luego de la celebración eucarística que presidió Ramón Benito de la Rosa y Carpio y a la que asistió el nuncio apostólico Jude Taddeus Okolo.
De su vida despojada de cualquier atadura material, había mucho qué decir. El último adiós al primer arzobispo de esta arquidiócesis de Santiago, reverberó entre cánticos, lágrimas y aplausos intensos.
La ceremonia eucarística, oficiada por el Arzobispo Metropolitano de Santiago, Ramón Benito de la Rosa y Carpio y concelebrada por todos los obispos de la Conferencia del Episcopado, concilió lo que para la comunidad religiosa significó la vida de un hombre que fue sobre todo servicial.
Lo recuerda con su mejor virtud, el delegado apostólico del Vaticano en el país.
La primera Dama de la República, Candida Montilla de Medina, asistió al oficio religioso donde también estuvieron las autoridades civiles locales.
Minutos antes de marcharse, el Cardenal Nicolás de Jesús López Rodríguez, tuvo a su cargo la homilía en el oficio religioso al que también asistieron los parientes del fenecido.
Del honor que fue para la familia Flores Santana, tener en su seno a un hombre de sacrificios y entrega, habló su sobrina Mercedes Flores, antes de que se diera lectura al testamento espiritual que el arzobispo emérito dejó y que data desde el 2007.
Mientras desfilaba por el centro del templo hasta la cripta que le guardaría eternamente, aplausos de agradecimiento, se elevaron por el ser humano de visión desarrollista que describen en el obispo, que no solo aportó en lo espiritual, sino que impulsó en esta ciudad y en La Vega, la instauración de instituciones y obras que han servido, para el desarrollo educativo y social de sus poblaciones.

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