La falta de un centro que acoja a los ancianos que, cada vez en mayor cantidad, deambulan por las calles de Santiago, está creando preocupación ya que muchos de estos adultos mayores son abandonados por sus parientes en hospitales, parques y otros lugares.
Invalidados físicamente, muchos de estos adultos mayores, son abandonados por los familiares que escogen como refugio para ellos el hospital José María Cabral y Báez. Allí, el pastor Pablo Ureña, denunció que personal del centro se negaba a ingresar a Rafael, quien tiene llagas en sus pies, fruto de su condición diabética.
Más tarde, la decisión cambió y se remitió a Medicina Interna al hombre, cuyos parientes le dejaron abandonado, hace más de una semana.
En el mismo centro, otro anciano en silla de ruedas, se preparaba para pernoctar en el pasillo. Lo dejaron aquí agentes policiales que lo hallaron en la calle. Él es Francisco, oriundo de La Vega, de mente lúcida, pero con incapacidad en sus piernas, quien afirma lo mucho que le gusta deambular por Santiago.
Ante la falta de un asilo que reciba a los ancianos con estas condiciones, preocupa a los ciudadanos el factor inhumano detrás de las historias de estas personas.
La provincia no cuenta con un centro que los acoja, por ello, anda en los alrededores del polideportivo del ensanche Libertad, Ramón Gutiérrez, quien por su deficiencia mental, agrede a los transeúntes.

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