Como quien despide a un pariente suyo, este lunes cientos de personas despidieron a Doña Dedé Mirabal, a quien acompañaron hasta su última morada en el Cementerio Municipal de Ojo de Agua en el municipio de Salcedo. Un adiós que muchos dijeron fue solo físico consciente de que su espíritu les acompañará.

El cariño por la mujer fuerte y a la vez sensible emanó de niños, jóvenes, adultos a quienes dejó como legado, una enseñanza, una esperanza.

En el rostro de muchos, era evidente el dolor de dejarla aquí, donde depositaron sus restos, justo donde estuvieron los de sus hermanas, Patria Minerva y María Teresa, pero más allá del pesar toda un aura de orgullo por lo que fue, se repetía en cada expresión en su honor.

Su amor por la naturaleza, los niños, la juventud, lo dejó impregnado en Ojo de Agua, allí donde en las calles al paso de su féretro, había miradas que le despedían. A sus hijos, sobrinos, les dio lo mejor de sí.

Y con sutileza, como lo fue Dedé, las voces de Yasmin de la Cruz y Carmen Ovalles, hacían que del silencio emanara la paz.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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