Los pueblos de la frontera continúan esperando la mano amiga del gobierno que preste atención a los añejos males que les afectan.

Excluidos de la civilización, con precarios servicios de agua, energía eléctrica y salud, los pueblos del sur profundo parecen estar más lejos de la real distancia en que se encuentran.

En el caso de Bánica las vallas de políticos en campaña adornan el agreste panorama que allí se respira.

Un clamor común es el mal estado de la carretera, que afecta de forma significativa a los residentes en Pedro Santana.

A medida que avanza en distancia se siente más agreste y olvidado el ambiente, es el caso de Guayajayuco en donde hasta la maleza está en decadencia.

La principal vía de interconexión de estos pueblos fronterizos es la carretera internacional que sirve de límite entre Haití y República Dominicana. Pero la misa no merece llamarse carretera, es más bien un camino vecinal maltratado sobre manera por las tormentas tropicales.

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