Avanzan los trabajos para la extensión de la segunda línea del Metro hacia Santo Domingo Este, en el proceso se mezcla el desarrollo que implica la obra y la miseria de unos que aspiraban a ser desalojados y de otros que exponen sus vidas para sacar de entre los escombros trozos de varillas para venderla por libra.
Sin que ninguna autoridad se los impida, un grupo de jóvenes se mete prácticamente debajo de una pala mecánica para sacar de entre la tierra que el operador remueve, pedazos de varillas y uno que otro metal que constituían las casitas que debajo del puente Francisco del Rosario Sánchez fueron demolidas para dar paso al Metro.
Debajo del puente, y a orillas del rio Ozama, está la alegría de los que el Estado desalojó y pagó por sus casas y el descontento de aquellos que sufren incomodidad por la construcción, pero que aún esperan ser reubicados en un lugar digno.
Solano Encarnación señala que con la intervención fueron destruidos los escalones que daban a su casa.
Mientras en la parte de arriba, en la Avenida Padre Castellanos, avanza la construcción del túnel que de llevar el sistema de tren hasta Megacentro, en Santo Domingo Este.

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