Slavutich (EFE).- En Slavutich, una pequeña localidad en la frontera con Bielorrusia que fue aislada por las tropas rusas durante la invasión del centro de Ucrania, se puede respirar un poco de alegría después de casi dos meses de angustia y desesperación- Kiryl y Xenia celebran su boda a pesar de la amenaza de bombardeos y ataques rusos porque, aseguran, “la vida continúa”.

Delante del ayuntamiento de esta localidad, apodada “la ciudad gris” por su arquitectura soviética, unas pocas decenas de vecinos se reúnen con ramos de flores y unas botellas de champagne para recibir a los novios, que han ido a inscribir su matrimonio en el registro civil.

“Ya por fin merecíamos un poco de alegría”, dicen entre suspiros los asistentes a este reducido evento, que aseguran que ya han llorado y sufrido el asedio ruso durante “demasiado tiempo”, además de las consecuencias de quedar completamente aislados, sin electricidad, gasolina o suministros durante días.

EL DÍA MÁS FELIZ

Kyril sale del ayuntamiento de Slavutich con su ya mujer Xenia en brazos. Aplausos, risas, besos y abrazos completan una secuencia de imágenes difíciles de captar en tiempos de guerra.

“Sin ninguna duda es el día más feliz de nuestras vidas (…) estamos en el séptimo cielo”, asegura a Efe Xenia, de 24 años, entre los cánticos de los familiares que les estaban esperando a las puertas del edificio municipal.

Su marido, Kiryl, relata que le pidió la mano durante el asedio ruso, en medio de los bombardeos que hicieron temblar la tierra y los corazones de Slavutich.

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