Un informe del diario brasileño O Globo afirma que en Brasilia funcionó hasta 2002 una estación de espionaje satelital al servicio de la Agencia Nacional de Seguridad de Estados Unidos (NSA), que operó durante el gobierno del ex presidente Fernando Henrique Cardoso. De acuerdo con la denuncia, publicada ayer, la capital brasileña era parte de una red internacional con otras 15 instalaciones, cuya función era recolectar datos a través de satélites. El diario carioca obtuvo esos detalles a través de documentos de la propia NSA y señaló que no hay cómo confirmar que haya continuado en actividad después de esa fecha, o sea, con el primer gobierno de Lula da Silva.
 
De acuerdo con los dossier a los que accedió ese medio –facilitados por el ex técnico de la CIA Edward Snowden–, en septiembre de 2010, cuando todavía estaba en el gobierno Lula, la agencia de seguridad estadounidense habría “espiado” telecomunicaciones de la embajada de Brasil en Washington y en la oficina de la misión brasileña de la ONU. El domingo, O Globo denunció, también, que llamados telefónicos y mensajes emitidos por ciudadanos y empresas brasileños fueron espiados por la NSA.
 
Según los documentos conseguidos por el diario, la NSA, junto con la CIA, usó tres programas para monitorear a las dos representaciones brasileñas y de otros países. Se implantaron receptores y emisores físicos en las redes digitales privadas y las computadoras. Los programas eran Highlands, destinado a recoger las señales digitales; Vagrant, que copiaba las pantallas de las computadoras, y Lifesaver, que copiaba discos rígidos.
 
Ayer, Dilma afirmó en un acto que hubo “violación de soberanía, sin dudas”, y “también violación de derechos humanos”.
 
Y remarcó: “Tenemos que investigar sin precipitación, sin prejuzgar”.
 
Rousseff discutió con sus asesores, el mismo domingo, el espionaje que habría recaído sobre las comunicaciones de empresas y personas brasileñas. La presidenta habría adoptado medidas en el campo político y policial.
 
El canciller Antonio Patriota se comunicó con el embajador estadounidense en Brasilia, Thomas Shannon, y recabó información, a través de la embajada brasileña en Washington. Ayer, Patriota declaró que era “alentadora” la disposición del gobierno de Barack Obama a entablar un diálogo sobre este asunto, como reclamó Brasil.
 
El gobierno de Dilma esbozó también un plan para investigar el alcance local del espionaje norteamericano. En esa tarea comprometió a la Policía Federal. A la Agencia Nacional de Telecomunicaciones le cabría averiguar si las empresas de comunicaciones tienen intercambio de información con sus equivalentes norteamericanas. Se sospecha que ese “intercambio” podría ser el material utilizado por la NSA para acceder a una enorme cantidad de datos.
 
Clarín.
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