La comediante estadounidense Joan Rivers murió a causa de la falta de oxígeno en sangre a raíz de las “complicaciones terapéuticas” surgidas durante un procedimiento médico al que se sometió para evaluar sus “cambios de voz” y su reflujo estomacal, según informó la oficina forense de Nueva York.

“La clasificación de una muerte como una complicación terapéutica significa que se debió a una complicación previsible del procedimiento médico”, señala el reporte hecho público este jueves.

Rivers, de 81 años, murió a principios de septiembre, una semana después de entrar en coma tras acudir a una cita en un centro médico en Manhattan.

Daño cerebral

Según la oficina forense de Nueva York, durante la visita Rivers fue sedada con el anestésico propofol y mientras era examinada sufrió un paro cardiaco y padeció falta de oxígeno en el cerebro por un periodo prolongado de tiempo, lo que causó daño cerebral.

El forense informó que la causa de muerte fue “encefalopatía por anoxia debido a un paro hipóxico”, una descripción médica del daño cerebral causado por la falta de oxígeno.

Según recuerda desde Los Ángeles el periodista de BBC Mundo Jaime González, con la muerte de Joan Rivers desapareció una mujer pionera en el mundo de la comedia y la televisión en EE.UU., una figura controvertida cuyo humor se centraba en reírse sin complejos de sí misma y de los demás, lo que en múltiples ocasiones la situó en el centro de la polémica

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