Es una guerra frontal y sin disimulo. La noche del martes el presidente Donald Trump y la jefa de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, mostraron cuán dañada está su relación y lo difícil que será trabajar juntos este año.

En pleno discurso sobre el Estado de la Unión donde es tradicional que el presidente salude a la líder demócrata al entregarle una copia de sus palabras, el mandatario simplemente dejó a Pelosi con la mano estirada, un gesto que expresó su notorio resentimiento un día antes de que el Senado realice el voto final en su juicio político un proceso que Pelosi inició.

La líder demócrata no se quedó atrás y dio varias señales del poco respeto que le inspira Trump. Usualmente la presidenta de la Cámara de Representantes anuncia al mandatario diciendo: “Miembros del Congreso, tengo el alto privilegio y el honor de presentarles al presidente de Estados Unidos». Esta vez Pelosi solo dijo: “Miembros del Congreso, el presidente de Estados Unidos”.

Pero más fuerte aún fue la señal que dio cuando Trump ni siquiera había pronunciado la última palabra de su discurso. Pelosi simplemente dividió los papeles del discurso en dos montones y los rompió. Lo hizo con un rostro inmutable mientras Trump ya había comenzado a salir del pleno de la Cámara Baja, sin siquiera mirar atrás para despedirse del vicepresidente Mike Pence ni de ella.

Cuando le preguntaron por qué lo hizo, la líder demócrata respondió: “Fue lo más cortés que pude hacer considerando la alternativa”. Pelosi estaba visiblemente molesta no solo por el desdén de Trump, sino también por el contenido del discurso del Estado de la Unión, en el que pasó la mayor parte del tiempo sentada mirando los papeles.

Durante su alocución, Trump atacó fuertemente a los demócratas, mientras calificó al gobierno de Barack Obama como la era del “agotamiento de la riqueza, el poder y el prestigio estadounidenses”.

Desgaste progresivo

Ciertamente la relación entre Trump y Pelosi está en su punto más bajo, pero no llegó aquí de un día para otro. Atrás quedó la entrevista con CNN en 2008 donde el entonces empresario Donald Trump habló con estima de la líder demócrata: «Cuando entró por primera vez y fue nombrada presidenta de la Cámara Baja, la conocí. Y estoy muy impresionado con ella. Creo que es una persona muy impresionante. Me gusta mucho», dijo.

Desde que los demócratas recuperaron el control de la Cámara de Representantes en 2018, Pelosi pasó de ser la líder de una minoría ruidosa, a convertirse en el mayor obstáculo de la agenda legislativa de Trump.

Pero más aún, se convirtió en una de las caras más visibles del repudio a Trump en Washington, una que no tiene reparos para frenar su personalidad y comentarios. En diciembre de 2018, a un poco más de un mes de las elecciones legislativas, Pelosi fue a una reunión en la Casa Blanca para negociar el cierre de gobierno. Cuando Trump intentó socavarla sugiriéndole que estaba en una situación en la que no le resultaba fácil hablar en este momento, Pelosi respondió: «Señor presidente, por favor, no caracterice la fuerza que aporto a esta reunión como la líder de los demócratas en la Cámara de Representantes que acaba de tener una gran victoria», dijo.

Ese fue el primero de muchos enfrentamientos donde ambos han dejado claro a la opinión pública lo que piensan el uno del otro. Una de las peleas más llamativas entre ambos fue en octubre de 2019 cuando los líderes demócratas estuvieron en la Casa Blanca para una reunión sobre Siria, que se produjo poco después de que la Cámara Baja aprobara una resolución en contra de la retirada de las tropas. Trump entonces difundió una foto en su cuenta de Twitter donde describió que Pelosi estaba teniendo “una crisis nerviosa”.

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