El presidente Nicolás Maduro endureció anoche su carga contra el empresariado venezolano. En víspera de que la Asamblea Nacional le entregue poderes especiales para legislar por decretos, el líder chavista anunció que impondrá controles de precios sobre todos los productos del país, ampliando de hecho los límites actuales que existen para los valores de comercialización de decenas de rubros.

“Vamos a bajar todos los rubros. Por lo menos 50 por ciento tienen que bajar todos los precios abultados”, dijo Maduro en un acto con militares desde el estado de Cojedes, en el centro del país, y transmitido en vivo por la TV estatal. No dio detalles sobre cuáles productos y que límites de precios fijaría, pero la oposición lo acusó de adoptar una medida electoralista con vistas a los comicios municipales del 8 de diciembre donde los sondeos no benefician al gobierno.

“Voy a sacar por Ley Habilitante, la tengo lista ya”, dijo aludiendo a la norma que le dará poderes legislativos especiales, salteando al Congreso. “Tengo la ley de costos, precios y ganancias y voy a poner límites razonables y objetivos para las ganancias y los precios de los productos en Venezuela”, sostuvo. La llamada Ley Habilitante, que podría ser discutida hoy mismo, es como se denomina en Venezuela la posibilidad legal de que un mandatario reciba por un tiempo definido y de manos de la Asamblea la posibilidad de emitir decretos y leyes. Maduro ha dicho que usará esos poderes para decretar medidas expeditas que le permitan enfrentar “la corrupción y enderezar el modelo económico impuesto por una ‘burguesía parasitaria’ que sigue chupando de la renta petrolera y todo lo importa”.

Los anuncios de anoche de Maduro vienen a sumarse a su ofensiva del último fin de semana, cuando forzó a grandes almacenes y supermercados de productos domésticos a vender a mitad de precio bajo el argumento de que la clase empresaria esquilma al pueblo inflando los valores. Hay al menos 30 empresarios detenidos y orden de captura contra otros diez. El hecho generó larguísimas colas de consumidores que vaciaron los negocios y provocaron incluso episodios de saqueos en Valencia.

Todo esto se produce cuando Venezuela vive una de sus peores crisis económico–financieras en los últimos 15 años. Muchos son los elementos que sostienen ese hecho. Desde febrero de 2003 el gobierno impuso un férreo cepo cambiario. La tasa oficial de cambio es de 6,30 bolívares por dólar, pero en el mercado paralelo la divisa estadounidense se cotiza ocho veces más. A pesar de esos controles y el discurso oficial contra el empresariado “oligarca”, al que acusa de “acaparamiento” y de “conspirar para derrotar la revolución”, Venezuela sufre una inflación galopante que en los últimos 12 meses lleva un acumulado de 54,3%, una de las tasas más altas en el planeta, según cifras oficiales. A todo esto se agrega una aguda falta de inversiones, una acumulación de deuda y la caída de la producción y de la vital renta petrolera. Pero también, y ligado a este último punto, el signo desalentador que revela una preocupante caída de las reservas internacionales.

Este último aspecto fue puesto de relieve ayer por el gobernador de Miranda y líder opositor, Henrique Capriles, poco antes de que Maduro anunciara la extensión de los controles de precios. Capriles denunció una baja de las reservas líquidas a US$ 1.398 millones, que alcanzan sólo para un mes de importaciones. Y esto en momentos en que el país atraviesa una grave escasez de productos esenciales. Al mes de octubre, las reservas globales se situaron en US$ 21.506 millones, de las cuales la mayor parte la constituye el oro guardado en el Banco Central. A inicio de año eran de 30.000 millones.

Actualmente la renta de la petrolera estatal PDVSA oscila entre US$ 46.000 y 56.000 millones anuales. Si antes la producción era de 3 millones de barriles diarios ahora es de entre 2,3 y 2,4 millones, con incendios en importantes refinerías que obligan a importar más de 100 mil barriles diarios de combustible a EE.UU.

El economista Alexander Guerrero explicó a Clarín que el país destina la mitad de su producción petrolera a cumplir convenios con Cuba, China y Petrocaribe que no aportan dinero. De todos los clientes, sólo EE.UU. paga en efectivo. “Por eso es que el gobierno se ha quedado sin dinero. El flujo de caja de PDVSA es mínimo. El drama de Venezuela es que ya no produce como antes”, comentó.

Ayer se informó que PDVSA venderá bonos con vencimiento en 2027 por US$ 4.500 millones la semana próxima para pagar su deuda e impulsar la producción. Los pagarés de referencia de Venezuela que vencen ese año aumentaron 0,76 puntos, al nivel más alto en 22 meses, y alcanzaron ayer 13,79%, más de cinco veces el alza promedio entre los países emergentes que analiza la banca JPMorgan. La agencia Standard&Poor’s dio a la emisión una nota “B”, cinco niveles por debajo del grado de inversión, lo que revela la desconfianza del mercado.

Fuente: Clarín.

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