(CNN) – Donald Trump y Kim Jong Un son los más incompatibles estadistas, pero el destino ha arrojado al presidente de los Estados Unidos y al tirano de Corea del Norte una oportunidad que se le ha otorgado a pocas figuras históricas: juntos pueden cambiar el mundo.

Su cumbre en Singapur el martes -que comenzará con una reunión individualizada, junto con traductores- representa una apertura esperada durante 70 años, pero eso era impensable hace solo unos meses, ya que intercambiaron insultos que despertaron temores de una guerra nuclear.

Podría lanzar un proceso que podría abrir la última frontera de la Guerra Fría, finalmente marcar el comienzo de una paz permanente para terminar la guerra de Corea de 1950-53, remodelar la geopolítica de la región de Asia-Pacífico y sacar a millones de norcoreanos de la hambruna y el aislamiento.

Trump llegó a Singapur después de un amargo enfrentamiento con los aliados de EE. UU. por sus aranceles comerciales que causaron que la cumbre del G7 en Canadá se rompiera en acritud.

El secretario de Estado, Mike Pompeo, reconoció el lunes que existen tensiones en las relaciones entre EE.UU. y sus aliados más cercanos, pero que era optimista de que las relaciones sobrevivirían.

«Siempre hay irritantes en las relaciones. Tengo mucha confianza en que las relaciones entre nuestros países, Estados Unidos y los países del G7, continuarán avanzando sobre una base sólida», dijo Pompeo mientras informaba a la prensa en Singapur.

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