La muerte del fiscal especial Alberto Nisman, quien falleció el domingo 18 de enero de un tiro en la cabeza horas antes de presentar evidencias de una grave denuncia que realizó contra la presidenta de Argentina, Cristina Fernández de Kirchner, tomó un giro inesperado la pasada semana.
El jueves, la mandataria dijo estar «convencida» de que Nisman fue asesinado como parte de un complot de inteligencia para perjudicar a su gobierno.
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Cinco días antes de morir, el fiscal –que tenía a su cargo la investigación del atentado contra la sede de la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA) que dejó 85 muertos en 1994- había acusado al gobierno de encubrir a los iraníes sindicados por la justicia argentina como responsables de ese ataque.
Nisman aseguraba tener en su poder escuchas telefónicas que mostraban cómo Fernández y el canciller argentino Héctor Timerman habían encabezado una trama para «borrar a Irán de la causa AMIA» a cambio de beneficiosos acuerdos comerciales.
A través de una carta, Fernández aseguró que a Nisman «lo usaron vivo y después lo necesitaban muerto», en referencia a un presunto complot de inteligencia en su contra.
«La denuncia del fiscal Nisman nunca fue en sí misma la verdadera operación contra el gobierno (…) La verdadera operación contra el gobierno era la muerte del fiscal después de acusar a la Presidenta», señaló.

El superagente
La mandataria –que siempre negó las acusaciones del fiscal- aseguró que la denuncia de Nisman contenía información falsa que le fue provista por un agente de inteligencia, Antonio Horacio Stiusso, alias «Jaime».
Hasta finales de 2014, Stiusso se desempeñó como director general de Operaciones de la Secretaría de Inteligencia (SI), y muchos medios argentinos afirman que era uno de los espías más poderosos del país.
Según la prensa local, Stiusso fue removido por la presidenta en diciembre, como parte de un recambio de la cúpula de la SI.
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Voceros del gobierno y legisladores del oficialismo, como el presidente de la Cámara de Diputados Julián Domínguez, aseguraron que la muerte de Nisman fue consecuencia de esa purga que inició la presidenta dentro de la SI.
No obstante, el gobierno no presentó una denuncia judicial.
La jefa de Estado admitió en su carta no tener evidencia para respaldar su acusación.
«Hoy no tengo pruebas, pero tampoco tengo dudas», aseguró en la misiva que fue publicada en su sitio oficial en internet y reproducida en sus cuentas de Facebook y Twitter.
TESTIGO
Espionaje
La mandataria no fue la única en asociar a los servicios de inteligencia con la muerte de Nisman.
Este lunes, la diputada opositora Patricia Bullrich, quien encabeza la comisión parlamentaria que iba a recibir al fiscal el lunes 19 para que ampliara su denuncia contra la presidenta, dijo que Nisman le reveló haber sido “traicionado” por un espía.
La legisladora se presentó ante la fiscal que investiga la muerte de Nisman para informarle que este le había dicho que “un agente de servicios secretos había pasado información sobre él y su familia a uno de los imputados de la causa AMIA».
Según Bullrich, Nisman se enteró de esto a través de una escucha y se sintió amenazado y preocupado por sus dos hijas.
El alcalde de Buenos Aires, Mauricio Macri, -adversario político del gobierno- también había hecho referencia al espionaje en sus primeras declaraciones a pocas horas de la muerte de Nisman.
«Tenemos que desterrar una de las prácticas de la mala política que es utilizar los servicios de inteligencia en forma facciosa», dijo el lunes.
«Los servicios de inteligencia tienen que estar al servicio de los intereses de una Nación no de un partido», agregó.
Macri no es ajeno a los escándalos de espionaje. En 2010, fue procesado por un caso de escuchas ilegales, tras ser denunciado por un familiar de una de las víctimas del atentado contra la AMIA.

Tomado de BBCMUNDO.COM

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