El único anhelo de Emmanuella Fleurimont en estos días es que quienes la visitan dejen de llorar. Esta trabajadora social de origen haitiano entiende el sufrimiento de sus compatriotas, pero no tiene respuestas para ellos.

Llegan desconsolados, preocupados y con miedo. «¿Qué vamos a hacer?», le preguntan con insistencia en su consulta en el norte de Miami.

«No sé nada de inmigración, así que trato de aliviarlos diciéndoles que hoy son legales y que no piensen en el mañana», le dice Fleurimont a BBC Mundo.

Los que acuden solicitando su ayuda son haitianos con Estatus de Protección Temporal (TPS, por su sigla en inglés).

El expresidente Barack Obama concedió esta protección a unos 58.000 haitianos en proceso de deportación que ya estaban en el país cuando un terremoto devastó la nación caribeña en enero de 2010.

En ese momento, EE.UU. consideró que Haití era incapaz de recibir a sus ciudadanos tras esa catástrofe.

El terremoto de Haití en 2010 dejó al menos 100.000 muertos.

Este lunes, el Departamento de Seguridad Nacional (DHS, por sus siglas en inglés) extendió por seis meses este beneficio. Sin embargo, después de enero de 2018, se exponen a ser deportados de Estados Unidos.

Según dijeron a la prensa funcionarios del DHS, los haitianos con TPS deberán comenzar a adquirir los documentos de viaje para regresar a Haití, ya que el gobierno de EE.UU. no se ha comprometido a extender las protecciones a partir de enero.

La incertidumbre se siente especialmente en el sur del estado de Florida, donde reside alrededor de la mitad del total de beneficiarios del TPS.

«Queremos entender»

Abide Simeon tiene 44 años, ha vivido en Estados Unidos durante casi dos décadas y está preocupado.

El TPS le permite tener un permiso legal de trabajo y una licencia de conducir que ha renovado cada año y medio desde 2010.

Abide Simeon lleva 18 años viviendo en Estados Unidos. Dice que si las autoridades «le piden que se vaya», lo hará.

Con una sonrisa nerviosa se limita a decir que era trabajador independiente y esquiva las preguntas sobre cómo era su situación migratoria antes.

«Aquí estamos porque queremos entender qué podría pasarnos«, le dice a BBC Mundo Simeon, mientras señala con el dedo a una audiencia de unas 40 personas que escuchan a un grupo de abogados de inmigración que da una charla sobre el futuro del TPS para los haitianos.

De terminársele el beneficio, Simeon dice estar preparado para «enfrentar la realidad». Es decir, regresar: «No viviré en la sombra. No soy un delincuente ni aquí ni en mi país».

El encuentro, traducido en simultáneo al creol, se celebra en el Centro Cultural de «Little Haiti«(Pequeño Haití) en el norte de Miami, un vecindario icónico de la comunidad de ese país.

Aquí en los comercios ondea más la bandera de la isla que la estadounidense.

Hay caras sonrientes y varios de los presentes se saludan con familiaridad, pero una de las líderes activistas de la comunidad, Marleine Bastein, hace la advertencia de que la mayoría teme hablar con la prensa.

Emmanuella, la trabajadora social, está en la primera fila y alza la mano.

Cuando le dan la palabra, lo primero que dice es: «La gente que va a mi consulta lo que hace es llorar y llorar todos los días».

Su comentario hace que algunos haitianos en el público reaccionen asintiendo con la cabeza y arrugando la cara.

Países que actualmente son beneficiarios en Estados Unidos del Estatus de Protección Temporal (TPS)

  • América El Salvador, Haití, Honduras, Nicaragua.
  • África Guinea*, Liberia*, Sierra Leona* (los tres hasta el 21 de mayo), Somalia, Sudán, Sudán del Sur.
  • Asia Siria, Yemen, Nepal.
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Volver al país más pobre del hemisferio

La postura de Simeon no es la usual entre los beneficiarios del TPS que conoce Lody Jean, presidenta de la Asociación de Abogados Haitianos (HLA, por sus siglas en inglés), con sede en Miami.

«Creo que muchos preferirían quedarse como inmigrantes indocumentados en lugar de volver a Haití», advierte la abogada a BBC Mundo.

Los motivan varias razones, añadió Jean: no querer ni poder separarse de sus hijos menores de edad nacidos en EE.UU., tener que cerrar su negocio, perder la posibilidad de enviar más dinero a familiares y tener que volver al país más pobre y desigual del hemisferio.

Haití continúa teniendo problemas de infraestructura a siete años del terremoto.

El paso del huracán Matthew por la isla en octubre del año pasado causó al menos 800 muertes y dejó poblados destruidos. Y provocó además que se reavivara el brote de cólera que surgió en 2010 tras el sismo.

La autoridad migratoria de Estados Unidos reconoció en un memorando de abril todos esos problemas, pero alegó también que las condiciones en el país «han mejorado» desde el terremoto.

Diversas voces en Estados Unidos han pedido el fin de este tratamiento especial, argumentando que los «innumerables problemas» que persisten en Haití son «problemas continuos que han existido durante muchos años antes del desastre de 2010«.

Hasta en la iglesia, los haitianos han pedido que se les extienda el estatus de protección en EE.UU.

Sin embargo, el gobierno haitiano pidió una extensión del TPS argumentando que la economía de la isla está «fuertemente apoyada» por los haitianos que viven en Estados Unidos.

«Un ciudadano haitiano con TPS impacta el sustento económico de hasta cinco hogares haitianos», señaló un comunicado del 8 de mayo de la Embajada de Haití en Washington DC.

TPS en la era Trump

Farah Larrieux ha sentido la misma incertidumbre cada 18 meses.

La empresaria de 38 años ha esperado ansiosa el veredicto del gobierno estadounidense que llega cada año y medio desde 2010 sobre si renovar o no el estatus de protección para los haitianos.

Pero ahora siente un «miedo aún mayor» porque la decisión está en manos de la administración de Trump.

El vecindario Little Haiti (Pequeño Haití) en Miami, es el hogar de muchos inmigrantes haitianos en Estados Unidos.

«Él ha mantenido un discurso anti inmigración», le dijo en entrevista telefónica a BBC Mundo.

«Si no renueva el TPS, voy a perder mi licencia de conducir, no podré mantener mi negocio. Destruiría todo lo que he conseguido en siete años«, añadió.

Larrieux estaba en proceso de deportación antes de solicitar el TPS en 2010.

Activistas y miembros de la comunidad temen que el gobierno apure las deportaciones con operativos como redadas.

«Esto causaría un impacto tremendo en la comunidad haitiana, que de por sí tiene mayores niveles de pobreza que la población general de Estados Unidos», apunta a BBC Mundo Francesca Menes, de la Coalición de Inmigración de Florida (FIC, por sus siglas en inglés).

El entonces candidato presidencial Donald Trump visitó Little Haiti y prometió ser «el más grande defensor» de la comunidad haitiana en EE.UU.

Sin embargo, los expertos puntualizan que es difícil anticipar qué tan abierto o cerrado será el gobierno de Trump con el TPS.

«Ha sido un fantástico programa de alivio humanitario temporal desde 1990 y ha contado tradicionalmente con apoyo bipartidista», señala Sarah Pierce, investigadora del Instituto de Políticas Migratorias (MPI, por sus siglas en inglés).

A pesar de la preocupación, Larrieux se entusiasma al recordar el discurso que dio el mandatario en «Little Haiti» cuando todavía era candidato a la presidencia el año pasado.

«Expresó el profundo respeto que tenía por nuestra comunidad. Y dijo que sería ‘nuestro más grande defensor‘», rememoró.

Con esa promesa en mente, Larrieux y otros miles de compatriotas esperan que el presidente se mantenga de su lado.

Ahora ya saben que la incertidumbre sobre su futuro tiene fecha límite hasta enero del próximo año.

 

BBC Mundo

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