Dunedín, Florida.-El reproductor de música a todo volumen es la bujía inspiradora de los jugadores dominicanos en el clubhouse de Toronto.
 
El reproductor está al lado del locker del toletero dominicano José Bautista, quien realiza sus ejercicios musculares en su silla, con un brazo extendido en el aire al ritmo de la canción que esté sonando.
 
El derecho Brandon Morrow, cuyo casillero está cerca del reproductor de música, sonríe cuando habla de la “discoteca latina” que se siente en ese rincón de la casa club.
 
Bautista dice que allí se escucha “casi todo con las músicas, las melodías y   algunos ritmos”.
 
“Quien quiera puede conectar su iPod. No hay ninguna regla sobre quién puede usarlo. El que quiera hacer sonar su  música, simplemente la coloca”, dice Bautista.
 
La música no se hace cargo de la casa club, pero sí cambia la atmósfera.
 
Disgustos
 
El jardinero Colby Rasmus dijo que no le importa el ritmo de Bautista, aunque “en pequeñas dosis. No me importa, pero a veces  puede dar un pequeño dolor de cabeza”, dijo Rasmus y añadió: “Debido a que este entorno puede ser un poco loco a veces. Sólo con los tipos lanzándote pelotas de béisbol a 90, y a 100 kilómetros por hora, este  tipo de ritmo te hace hervir un  poco la sangre”.
 
A  Rasmus  le gusta la música country para relajarse.
 
Otro que escucha su propia música en el gimnasio, con la opción de los audifonos, es el nudillista RA Dickey. “Soy un fanático de la música y hay algo que siento que puedo apreciar en todos los géneros, pero tengo mis favoritos”,  dijo Dickey y añadió: “Soy un gran fanático  de la ópera contemporánea, para ser perfectamente honesto, me gusta  la música clásica”.
 
Preguntado por la música de clubhouse, el mánager John Gibbons se rió y dijo diplomáticamente: “Bueno, no sería mi elección”. 
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