La revelación de un reporte devastador sobre un programa auspiciado por el Estado para ocultar el dopaje generalizado en Rusia derivó de inmediato en exigencias para que el país sea marginado de todas las competencias en los Juegos Olímpicos que comienzan en un par de semanas.

El caso abre la posibilidad de que una superpotencia deportiva se ausente de los Juegos, algo que no ocurre desde las medidas de boicot registradas en la década de 1980.

La investigación revelada el lunes confirmó un programa operado desde el laboratorio antidopaje en Moscú, que abarcó 28 deportes, incluidos algunos invernales, desde el atletismo hasta el snowboarding, pasando por el tenis de mesa. La operación duró al menos cuatro años y generó al menos 312 casos de dopaje que no fueron reportados por orden de las máximas autoridades en el ministerio ruso del deporte.

«Fue un nivel alucinante de corrupción, dentro del deporte y el gobierno ruso», afirmó Travis Tygart, director general de la Agencia Antidopaje de Estados Unidos.

La Agencia Mundial Antidopaje (AMA) solicitó de inmediato que el Comité Olímpico Internacional contemple una sanción para toda la delegación rusa, dejándola al margen de los Juegos que comienzan el 5 de agosto en Río de Janeiro. El presidente del COI, Thomas Bach, advirtió que ese organismo no dudará en aplicar las sanciones más severas que estén a su alcance.

Para este martes está prevista una reunión de la junta ejecutiva del COI, que comenzará a analizar las opciones disponibles.

No es seguro que todo el deporte ruso sea sancionado. Será una decisión difícil, llena de ramificaciones políticas que involucran a un miembro importante del movimiento olímpico.

El asunto coloca al COI en una encrucijada, ante la posibilidad de sancionar a una nación que gastó más de 50.000 millones de dólares para organizar los Juegos Olímpicos de Invierno en Sochi hace apenas dos años.

Los Juegos Olímpicos han contado con la participación de las principales delegaciones desde que quedó atrás el boicot estadounidense a Moscú 1980 y el de la Unión Soviética a Los Ángeles 1984.

Bach habla a menudo de la delgada línea que separa «la responsabilidad colectiva y la justicia individual». Además, por cada entidad que pide una suspensión total, hay organizaciones o líderes deportivos que postulan moderación en los castigos.

«No se le puede quitar el derecho a participar en los juegos a un atleta que se ha clasificado con todas las de la ley y no ha sido hallado culpable de haberse dopado», expresó el presidente de la federación internacional de gimnasia Bruno Grandi. «Las suspensiones generalizadas nunca han sido ni serán justas».

La gimnasia es uno de los deportes que no son mencionados en el informe. En cambio, la lucha representó 28 de los 132 casos positivos que no se reportaron. El jefe de esa federación internacional, el serbio Nenad Lalovic, dijo a the Associated Press: «sin duda acataremos las decisiones del COI».

Es posible que el COI delegue muchas decisiones sobre la participación rusa a las federaciones internacionales de los distintos deportes.

En el caso actual que involucra al equipo de atletismo, la federación internacional de ese deporte (IAAF) fue la que suspendió a Rusia de los Juegos Olímpicos. Pero 68 atletas rusos de pista y campo apelarán esta semana la sanción ante el Tribunal de Arbitraje del Deporte (TAS), con la intención de competir en Río.

La decisión se anunciará el jueves.

En un hecho que complica todavía más la situación, el COI ha señalado que los rusos deben competir con la bandera de su país si se les permite, y no como integrantes de una delegación neutral.

El reporte del lunes, encomendado por la AMA y redactado por el profesor canadiense de derecho Richard McLaren, indicó que las acusaciones realizadas por el ex director del laboratorio antidopaje de Moscú sobre cambio de muestras en los Juegos Olímpicos de Invierno de Sochi coincidían en buena medida con el relato de un artículo que el New York Times publicó en mayo. El programa incluía cambios de muestras en el medio de la noche y evitó que los deportistas rusos, incluida más de una docena de ganadores de preseas de oro, diesen positivo en los controles.

Pero McLaren consideró que el intercambio de muestras en Sochi había constituido un caso único. En cambio, describió tácticas para seguir una «metodología a fin de desaparecer análisis positivos» desde 2011, poco después del decepcionante desempeño de Rusia en los Juegos Olímpicos Invernales de Vancouver.

Esa metodología habría incluido el mundial de atletismo de 2013 en Moscú. Siguió implementándose incluso en el mundial de natación de 2016 en Kazan, cuando todos los integrantes de la delegación rusa sabían que estaban debajo del microscopio de las agencias antidopaje.

El viceministro ruso del deporte, Yuri Nagornykh, quien fue también parte del Comité Olímpico de esa nación, habría dado instrucciones a los empleados del laboratorio sobre qué muestras positivas presentar y cuáles retener.

En el plan ayudaba el servicio de seguridad nacional de Rusia, FSB, la versión actual de la KGB soviética.

«En términos efectivos, el laboratorio en Moscú… era un participante clave en la operación exitosa de un programa impuesto y controlado rigurosamente por el Estado», escribió McLaren. Añadió que el programa «era administrado y dictado en general» por el Ministerio del Deporte.

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