EFE/REPORTAJES

La salud mental y la alimentación se relacionan en ambas direcciones: lo que comemos y cómo comemos influye en nuestro bienestar emocional y psicológico, mientras que los desórdenes o conflictos de nuestra psique y personalidad pueden manifestarse en forma de un trastorno de conducta alimenticia.

Nuestra salud mental, que incluye nuestro bienestar emocional, psicológico y social, afecta el modo en que pensamos, sentimos, nos relacionamos, decidimos y actuamos en la vida, además mantiene una constante relación con nuestra alimentación por el modo en que elegimos, cocinamos e ingerimos los alimentos que necesitamos aportar a nuestros organismo para que funcione.

Es más: la íntima conexión de la mente y los alimentos es de doble sentido, ya que disfrutar de una comida saludable y  apetitosa repercute positivamente en nuestro bienestar psicoemocional, y a la inversa, el malestar derivado de los conflictos o desequilibrios de nuestro mundo interior, puede llevarnos a tener comportamientos alimentarios negativos.

La pandemia está dejando huella en nuestra psique y  “lo que comemos y cómo lo comemos” es un factor básico para una mejora de nuestra salud mental y bienestar psicológico, aspectos a los que se le debe dar importancia después de un año y varios meses muy difíciles, señalan desde la Clínica López Ibor, del grupo europeo ORPEA especializado en salud mental.

“Un buen estado nutricional  está muy relacionado con una buena salud mental, y la gastronomía es un punto clave en la experiencia de los pacientes”, señala Paula Martínez, directora de este centro psiquiátrico.

“En esta clínica son tratados en su mayoría pacientes con patologías de depresión, ansiedad, y trastornos de personalidad. Los momentos de satisfacción y de alegría que puede generar una buena comida, sin duda les ayuda en la evolución que llevan en sus terapias grupales con sus facultativos”, añade.

La gastronomía es un complemento y un refuerzo para una mejora”, remarca Martínez, quien también destaca que “está comprobado que los productos de calidad, una presentación exquisita y una preparación excelente,  genera a los pacientes de la clínica un bienestar y una sensación de normalidad más asimilables a su vida habitual,  lo cual es muy importante en lo que respecta a su experiencia y emociones”.

El chef Diego Guerrero con dos estrellas Michelín,  dueño del restaurante  DSTgE y asesor de restauración de esta clínica psiquiátrica, se muestra convencido en base a su propia experiencia: “Está demostrado que existe una relación entre la alimentación y la salud mental, entre la  gastronomía y el bienestar psicológico”.

“Los estados emocionales de la personas inciden directamente  en su salud” sostiene Guerrero.

“La cocina consiste en sentimientos, apela a las emociones. Cuando se cocina para alguien es para generar sentimientos y, generalmente, son de felicidad. Sabemos que una alimentación sana ayuda a descansar mejor, a no someter a estrés al hígado y a otros órganos. Al final, todo está muy relacionado”, asegura.

“El modo en que comemos incide directamente en nuestro estado de ánimo y, en consecuencia, en nuestra salud. Desde el punto de vista de la restauración y la gastronomía no es lo mismo cocinar en una casa, una clínica o un restaurante, pero siempre tiene que haber unos rasgos generales, como el cariño, la constancia, el amor, la dedicación y la pasión por el producto”, señala.

“Esto es clave para ofrecer una buena experiencia gastronómica con resultados en las emociones y en la salud”, añade el chef.

“La relación entre nuestra comida  y nuestro bienestar es un camino de doble sentido, ya que ambas facetas de nuestra vida ejercen una influencia recíproca. Por ejemplo, nuestros problemas psicológicos y dificultades relacionales profundas pueden manifestarse en forma de trastornos de la conducta alimentaria (TCA)”, señalan desde el Instituto Centta.

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