Muchos devotos de la virgen de la Altagracia prefirieron quedarse en la capital y rendirle culto desde sus respectivas parroquias.
Tal es el caso de la Iglesia Virgen de la Altagracia, que desde temprano recibió a cientos de feligreses.
Allí se concentraron personas que agradecieron algún milagro o que imploraron favores a la Virgen.
Otros sacaron provecho de la religiosidad y se dedicaron a vender rosarios, velones, cuadros y estatuillas, entre otros objetos.
El sacerdote oficiante condenó a quienes critican la festividad de la Iglesia Católica y la devoción de miles de dominicanos.

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