Santo Domingo:- Las películas de José María Cabral comedias incluidas poseen el sello de la distinción.  Pero esta más. “Hotel Coppelia” es una lección de dominicanidad.

Un guion intenso y una cinematografía creativa, son algunas de sus aportaciones más visibles.

Complementan el cuadro un esmerado casting y una banda sonora sobresaliente, salpicada con sonidos ambientales y canciones de época.

Un reparto diverso, homogéneo y bien dirigido, nace de la mano de Cabral.

Las individualidades no buscan cámara a no ser que el director lo exija por determinada circunstancia. La cámara sabe buscar. La impronta de Cabral frente a sus actores se hereda de un cine no acostumbrado a repetir protagonistas ni a contar el número de extras requeridos.

Ya lo demostró en “Carpinteros”, donde la tragedia deviene en un rastreo en las cárceles criollas.

La historia de “Hotel Coppelia” es ambiciosa. Un burdel dominicano y sus traumas mayores y menores se retratan en tres tiempos: Durante su cotidianidad y en plena ocupación, primero por las tropas constitucionalistas y luego por las hordas invasoras.

Una mirada sagaz aportó la reconstrucción epocal. La justa elección de un escenario cerrado (y sus alrededores externos) fueron suficientes para enfrentar al espectador con un episodio nacional que en unos años será centenario.

La trama en vilo se teje con destreza. Sabe la cámara sacar partido al climax de suspense, del juego de espejos y del debate interior de los protagonistas dentro de fotogramas coloridos. Y hablando de colores, los actores aceptaron el reto de un director que sabe cambiarlos dentro de un tiempo de guerra. Un esmerado ensamblaje final permite honrar el talento de Cabral en el cuarto de edición.

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