El hecho de que Brad Pitt, que a estas alturas, sabe elegir muy bien sus roles, estuviera al frente de lo que lucía desde el principio como una cinta desbocada de acción me llevó a tener grandes esperanzas en “Bullet Train”, la superproducción que se encuentra ya en salas.

Aunque no sabía bien qué pensar de la elección de David Leitch como director, porque si bien su trabajo en la primera “John Wick” y “Atomic Blonde” fue notable, y lo que hizo en “Deadpool 2” no estuvo tampoco mal, los resultados de “Hobbs & Shaw”, fueron absolutamente decepcionantes.

Aquí, el astro de Hollywood se pone en la piel de Ladybug, un asesino a sueldo que, tras aceptar una misión destinada a apoderarse de un maletín en un tren bala que va de Tokio a Kioto, descubre que el mismo vehículo se encuentra lleno de colegas suyos procedentes de diferentes partes del mundo, entre ellos “The Wolf”, un personaje de breve duración que le vuelve a dar a Bad Bunny la oportunidad de interpretar a un narcotraficante mexicano y demostrar que no tiene habilidades histriónicas evidentes, tal y como sucedió en “Narcos: México”, aunque, en este caso, la historia de vida de su interpretado es tremendamente colorida… y sangrienta.

“Bullet Train”, que se basa en una exitosa novela del escritor japonés Kōtarō Isaka y que estuvo en el centro de una polémica por haber cambiado a la mayoría de sus personajes japoneses por figuras y actores de otros países, trata de imitar los diálogos extensos y humorísticos de Quentin Tarantino y Guy Ritchie, lo que la hace lucir de algún modo como una película de los ’90.

Pero como estas líneas, escritas por el guionista Zak Olkewicz, son mucho menos divertidas y efectivas que las de sus mentores, las 2 horas y 16 minutos que dura, acompañadas por toda una serie de ‘flashbacks’, se hacen a veces eternas.

Afortunadamente, la historia central se desarrolla a bordo de una sola locación, lo que le da cohesión narrativa al trabajo y permite de paso el desarrollo de unas escenas de acción cuyo despliegue es plenamente contemporáneo.

A fin de cuentas, se trata de un divertimento de verano que no le caerá mal a quienes gusten de aventuras violentas pero intencionalmente caricaturescas, y que Pitt eleva con su inagotable carisma, pero que no debería terminar ocupando ningún lugar especial en la historia del cine.

 

 

 

 Sergio Burstein

L.A. Times

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