Por la falta de un templo donde puedan celebrar los oficios religiosos, han elevado una especie de rancheta como iglesia, los habitantes del proyecto habitacional Invi-Tamboril en Santiago, que acoge a una comunidad devota de la Virgen de Altagracia que emigró del desaparecido Carlos Díaz.
A excepción del proyecto habitacional Boca de Cachón, ninguno de los proyectos habitacionales contempla la construcción, prometida siempre en sus inauguraciones, de iglesias, centros comunales o, en algunos casos, escuelas.
Fieles a su devoción por la Virgen de Altagracia, estas familias, que emigraron del barrio de Carlos Díaz, desaparecido tras los derrumbes que en 2009 hicieron polvo las viviendas de allí, han improvisado una caseta para oficiar las misas, o velar a sus difuntos.
El proyecto lo contemplan una primera y segunda etapa y se les prometió una tercera, que incluiría otras edificaciones que pudiesen ayudar a estas familias a desarrollarse como sociedad.
En el proyecto, no hay terrenos hábiles en donde los residentes puedan realizar actividades agrícolas, como las que hacían en su natal localidad, ubicada en la cordillera septentrional. Claman a la iglesia y otras entidades públicas, apoyar el deseo de elevar una edificación religiosa digna.
Las misas las oficia el presidente de Asamblea José Díaz, puesto que, según lo comentado, el sacerdote de la parroquia San Isidro Labrador, no considera la estructura digna para hacerlo.