Este primero de Marzo se celebra el Día Mundial del Reciclador, actividad que congrega a cientos de miles de hombres y mujeres que viven de la labor de reciclar y clasificar los desechos sólidos, como en el vertedero Rafey de Santiago, donde los buzos, organizados en asociación claman porque haya políticas inclusivas que les protejan.

En el vertedero Rafey, erróneamente llamado Eco parque, hay 400 personas, 20 por ciento de ellas, mujeres, dedicadas a una labor que tiene poco o ningún reconocimiento social, pese al significado que tiene el oficio para el medio ambiente.

Lo es así para los cientos de hombres y mujeres que sostienen sus familias, el pago de sus servicios, estudios y otros de la remuneración que obtienen del trabajo. La falta de políticas, legislación que ampare a estos laboriosos de los desechos sólidos, acarrea mayor vulnerabilidad para los protagonistas de una actividad que mueve más de 100 millones de dólares anualmente.

Por el momento hay un proyecto de ley al que la Asociación de recicladores hizo obervaciones, que cursa en el Congreso de la República, que estipula el cargo por servicio y el reconocimiento social de los reciladores, además de que obliga a las alcaldías a incluirles en los programas de gestión de los desechos sólidos a través de un plan de manejo para la ciudad.

El Consejo Nacional para el cambio climático y la empresa GIZ, desarrollan el proyecto Zack busca reducir las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) en los sectores de cemento y residuos sólidos en República Dominicana.

Significa nuevas formas de reciclaje en elementos que antes no se aprovechaban en la comunidad recicladora, que serían materia prima óptima para la producción de cemento.

La preocupación de estas personas radica en que la ley prohíbe la estancia de los recicladores a cielo abierto, solo los insta a organizarse, pero no indica qué pasará con ellos una vez se eliminen por completo.

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