Alfredo Chals, el obrero haitiano asesinado por un militar en Boca de Cachón, Jimaní, dejó en la orfandad a tres niños y una esposa sin familia en el país, mientras decenas de sus compatriotas abandonaron el lugar, sin que hasta el momento hayan recibido el pago por su trabajo.

Esta mujer llegó a la fundación dominico haitiana que los agrupa en Piedra Blanca de Haina. Juan Kely, Winderson y Millasta son sus pequeños de ocho, cinco y un año, quien de ahora en adelante no conoce su suerte.

Muchos de los compañeros de su esposo decidieron salir de Boca de Cachón, y desmienten que le hayan pagado el dinero que se les adeuda.

Fueron ochenta los trabajadores haitianos llevados a cachón con la promesa de que tenían garantizada comida y techo.

El padre Jonathan y Carlos Sánchez los socorren en la fundación, y llaman al Gobierno a pagarle lo que se les adeuda.

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