Jóvenes con discapacidad visual aprenden varias técnicas en el Patronato Nacional de Ciegos, pero a pesar de mostrar talento y capacidad no logran insertarse al mercado laboral.
Tal es el caso de Juan Luis Rosario, quien hace 8 años tuvo que empezar de cero, tras sufrir un accidente que le cambio la vida.
Ahora es masajista profesional gracias al entrenamiento recibido en el Patronato. Ofrece sus servicios a domicilio y con ello ayuda a su esposa a sostener el hogar de 3 hijos. Pero no es suficiente.
La directiva del Patronato reconoce que aun impera en la sociedad la costumbre de asociar lo inútil a la discapacidad. Cerrando las puertas a muchas personas capaces y talentosas.
A las dificultades de los no videntes para insertarse al mercado laboral se une la estreches económica con la que se desempeña el centro para poder capacitarlos.

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