En el cementerio San Vicente de Paul de Los Mina, la falta de seguridad nocturna deja en libertad a los saqueadores de tumbas. Aquellos que irrumpen en el camposanto para llevarse las puertas y las cajas de los difuntos, dejando al descubierto sus huesos y sus cabellos.
La hierva que crece entre las tumbas destruidas, parece que nunca fue cortada, excepto en la entrada, que está adornada de flores advierten los que llegan a visitar a sus familiares por el día de los fieles difuntos.