Mañana en las urnas los venezolanos decidirán su destino entre dos modelos que expresan uno el legado de Hugo Chávez representado por Nicolás Maduro y el otro, un futuro diferente de la mano de del opositor Henrique Capriles. Es, en otras palabras, el cruce entre la continuidad de un tumultuoso período de 14 años o la expectativa de un cambio radical. Ambos candidatos despliegan un discurso socialdemócrata, pero el oficialismo insiste en colocar a la oposición en una nebulosa de derecha.
El delfín chavista, de 50 años, ha hecho grandes esfuerzos para mimetizarse con su tutor político hasta en el estilo de su discurso y el modo de dirigirse a las bases. Lo hizo con su símbolo de campaña, el pajarito que corporizaría el espíritu del presidente que murió de cáncer el 5 de marzo pasado. En la campaña lo ha mencionado unas 200 veces al día para llenar de emoción a los nostálgicos chavistas que ven en Maduro al ungido por el presidente antes de morir. O al “hijo de Chávez”, como se autocalifica para prolongar su mandato hasta 2019.
Su adversario, Capriles, de 40 años, ofrece un cambio para el país que intenta ser un modelo de inclusión y no de partidización clientelar. Por eso ha explicado que bautizó a su comando electoral con el nombre de Simón Bolivar o viste camiseta con el nombre de la petrolera estatal PDVSA para que se perciba que esos espacios no son partidarios.
Capriles ha buscado respaldar la campaña, con la gestión que ha venido realizando desde su puesto de gobernador en el Estado de Miranda, donde ha impulsado medidas de corte socialdemócrata como, por ejemplo, una gestión a favor de la educación popular, el deporte, la economía social y la atención a los desposeídos, discapacitados, ancianos, niños abandonados o las madres solteras. Es aproximadamente la misma vereda por la que ha venido caminado el gobierno chavista para consolidar el apoyo popular, de ahí el compromiso de que si cambia el partido de gobierno no se modificaran los planes de asistencia impulsados por el chavismo para los pobladores más pobres.
Las concentraciones de Capriles en los 23 estados del país durante la breve campaña de 10 días han sido superiores a las de Maduro en varias ocasiones, pero esto no implica que logre superar al favorito bolivariano. Sin embargo, para las encuestadoras, quizás el candidato opositor logre aumentar la base de 6,5 millones de votos que reunió en las nacionales de octubre pasado y que ganó por amplia diferencia el ahora difunto Chávez.
La mayoría de las encuestas dan ganador a Maduro pero no hay claridad en la diferencia. La expectativa es enorme porque es la primera vez que el proceso bolivariano va a las urnas sin la presencia del fundador del modelo. Las empresas Giss XXI, Datin Corp y Datanálisis coinciden en sus últimos sondeos que la diferencia a favor del postulante oficialista oscila entre 7 y 5 puntos. Pero una nueva encuestadora, la argentina Datamática, aparece en el panorama asegurando que Capriles va ganando con 8 puntos a su favor, según la medición telefónica rápida hecha el 10 de abril. Es la única firma que tiene ese resultado.
Lo que dicen los encuestadores han puesto los pelos de punta a los grupos de estrategas de diferentes bandos, creando una guerra de sondeos dos días antes de los comicios. La tensión es grande entre los dos bandos porque en esos términos la diferencia sería de menos de 500.000 votos gane quien gane.
El objetivo de cada bando es sacar más de un millón de votos de diferencia. Pero eso a Maduro le cuesta mucho más que a Chávez, que está insepulto en el Cuartel de la Montaña en el barrio del “23 de Enero” y se lo mantiene de ese modo en campaña. Y le cuesta más porque una gran parte, casi el 25 por ciento de los chavistas, no está convencida con las exageraciones que el postulante oficialista ha venido realizando en su campaña.
Luis Vicente León, director de Datanálisis, dice sin confirmarlo que Maduro debería ganar con más de 5 puntos de ventaja. Pese a que el gobierno le contrata los sondeos, León es el único que mantiene cierta independencia en sus criterios. Y asegura en sus twits: “una matraca de crisis económica espera al nuevo gobierno”, en el sentido de que la crisis puede desestabilizar pronto a quien gane.
También recomienda que la oposición se concentre en la movilización espontánea. “Debe motivarla en mensajes, pero la maquinaria debe concentrarse en testigos”, dice en sus mensajes. “Este domingo habrá una batalla entre la movilización espontánea e inducida del chavismo vs. la espontánea de la oposición. Lo de siempre”, añade León, quien reconoce que la brecha entre Maduro y Capriles se ha reducido al mínimo y puede haber sorpresas en los resultados.
Mirando el espejo de Argentina, el especialista recomienda a los inversionistas extranjeros: “Mete tu plata en Venezuela que es linda y nunca más la podrás sacar. Con mercado cambiario bloqueado, el país se ha convertido en un corral en el que toda la plata quiere salir y ninguna quiere entrar”.
Así, sea quien sea, el ganador deberá asumir una situación económica caótica, vulnerable y al borde un colapso. Hay un informe crítico de expertos ligados al gobierno que advierte que el sólido liderazgo del desaparecido Chávez pudo contener el descontento, pero después de su muerte recomiendan que el nuevo gobierno enfrente con medidas urgentes los problemas como la escasez de divisas y de alimentos en los supermercados.