NUEVA YORK. –  En las afueras de Shangai, en un barrio dominado por una torre blanca de 12 pisos, se asienta el cuerpo principal de ciberguerreros del Ejército Popular de China (EPC). El edificio, rodeado por restaurantes, casas de masajes y una importadora de vino, es el cuartel central de la Unidad 61398 del EPC. Un creciente cuerpo de evidencia forense –confirmada por la inteligencia de EE.UU. que ha trabajado años en el caso– deja pocas dudas de que un abrumador porcentaje de los ataques a corporaciones, organizaciones y agencias del gobierno estadounidense se originan en y alrededor de la torre blanca.
 
Un informe de 60 páginas de la firma de seguridad informática Mandiant rastrea por primera vez a miembros individuales de los más sofisticados grupos de hackers chinos, conocidos como “grupo de Shangai”. “O estos hackers vienen de adentro de la Unidad 61398 o la gente que maneja la más controlada y monitoreada red de Internet en el mundo no tiene indicios de los miles de personas que generan ataques desde este vecindario”, dijo Kevin Mandia, fundador y jefe ejecutivo de Mandiant. Otros grupos de seguridad han rastreado también a estos grupos chinos y afirman creer que están patrocinados por el Estado chino. Un reciente informe de inteligencia elaborado por las dieciseis agencias del área de Estados Unidos sostiene que estas organizaciones de ciberpiratas o están lideradas por militares o bien por contratistas que trabajan a su servicio.
 
Mandiant dio una copia de su informe a The New York Times, que testeó sus conclusiones con otros expertos. Mandiant había sido contratado antes por el Times para investigar el reciente hackeo de origen chino a sus operaciones informativas. Pero en ese momento se concluyó que el grupo atacante era distinto.
 
El “grupo de Shangai” ha chupado terabytes de datos de compañías como Coca Cola, y de la infraestrutura crítica de EE.UU. ligada a los servicios de agua, de gas y de electricidad. Ante una consulta, la embajada china en Washington negó que su país esté involucrado en actividades de hackeo. Al contrario, describió a China como víctima de ataques piratas cibernéticos. Pero Mandiant ha registrado al menos 140 ataques del “grupo de Shangai” desde 2006. La cancillería china también rechazó las acusaciones.
 
Mientras la existencia de la Unidad 61398 y sus operaciones son un secreto de Estado, el vocero del Comité de Inteligencia de Diputados, Mike Rogers, dijo que el informe de Mandiant es “completamente consistente con la actividad (de pirateo) que EE.UU. ha estado monitoreando”.
 
La Casa Blanca planea comenzar una defensa más agresiva contra los grupos chinos. Por una directiva del presidente Barack Obama, Washington analiza compartir información con proveedores privados. Pero no hay por ahora una acusación oficial al Ejército chino, tema que está siendo objeto de un amplio debate en la administración. El gobierno estudia decir a los nuevos líderes chinos en las próximas semanas que el volumen y la significación de los ataques es ahora tan intenso que amenazan las relaciones bilaterales. “En la Guerra Fría, nos enfocábamos cada día en los centros de comando alrededor de Moscú. Hoy, es justo decir que nos preocupamos mucho en las computadoras de Shangai”, dijo un veterano funcionario de Defensa.
 
Obama aludió a estas preocupaciones en su último mensaje al Congreso sin mencionar a China. “Sabemos que países y compañías extranjeras husmean en nuestros secretos”, dijo. “Ahora nuestros enemigos buscan sabotear nuestro poder energético, nuestras instituciones financieras y nuestro control de tráfico aéreo. En unos años no podremos mirar hacia atrás y preguntarnos por qué no hicimos nada”, dijo el presidente.
 
Obama enfrenta una encrucijada: en una vital y creciente relación con China ¿vale la pena una confrontación entre las dos mayores economías del planeta sobre pirateo informático?
 
Hace unos pocos años, dicen funcionarios del gobierno, el robo de propiedad intelectual era algo molesto, que resultaba en la pérdida de miles de millones de dólares de ganancias. Pero el espionaje actual indica que una respuesta más fuerte es necesaria. “China no tiene ahora ningún incentivo para detenerse”, dijo Rogers, el vocero del Comité de Inteligencia. “Si no les creamos un precio mayor a pagar, van a seguir acelerando su tarea”, concluyó.
 

THE NEW YORK TIMES

 

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