LA HABANA. Instando a Cuba a la democracia, el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, pondrá el foco en la represión política y la miseria económica en la isla el martes cuando se reúna con disidentes y hable al pueblo cubano en el cierre de su histórico viaje. El motivo de Obama para viajar a La Habana descansa en la idea de que la interacción directa con los cubanos haría más para darles poder y llevar al cambio que las décadas de aislamiento.

Por ello, el discurso de Obama en el Gran Teatro de la Habana promete ser la mejor ocasión del mandatario para presentar su iniciativa para que Washington y la isla dejen atrás los vestigios de la Guerra Fría. Su encuentro más tarde el martes con disidentes cubanos críticos con el gobierno del presidente Raúl Castro era un requisito previo para realizar la visita, dijo la Casa Blanca, rechazando las sugerencias de que Obama está recompensando un sistema cuyo trato a la disidencia es contrario a los valores estadounidenses.

“Estados Unidos continuará hablando en nombre de la democracia, incluyendo el derecho del pueblo cubano a decidir su propio futuro”, dijo Obama, junto a Castro en el Palacio de la Revolución. “Hablaremos en nombre de los derechos humanos universales, incluyendo la libertad de expresión y asamblea y religión”.

Cualquier duda sobre si Obama utilizaría su viaje para aumentar la presión sobre el gobierno de Cuba se disipó el lunes durante una conferencia de prensa extraordinaria que la Casa Blanca negoció durante semanas con las autoridades cubanas. Emitida en vivo por la televisora estatal, Castro enfrentó duras preguntas de periodistas estadounidenses sobre el lento ritmo de los cambios en Cuba y la detención de presos políticos.

Fue un momento sorprendente en un país comunista donde pocos se atreven a cuestionar en público la autoridad de Raúl Castro o de su hermano, el líder revolucionario Fidel Castro. Aunque Castro pareció molesto en ocasiones por el intercambio de preguntas, asesores de la Casa Blanca dijeron que fue un poderoso recordatorio de que un discurso abierto y un liderazgo fuerte no son mutuamente excluyentes.

AP

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