Exasperada por 16 meses de conflicto en Siria, 20.000 fallecidos y el punto muerto en el que han quedado estancadas las propuestas diplomáticas, la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó este viernes, por una abrumadora mayoría, una resolución de denuncia contra el régimen de Bachar El Asad, por su uso de artillería pesada y por las operaciones aéreas militares en contra de los opositores. En ese dictamen, además, la Asamblea General insta al Consejo de Seguridad de la ONU —el único órgano capaz de imponer sanciones y abrir la vía a una misión armada de la Alianza Atlántica— a que ponga fin al bloqueo en el que se halla por la reiterada negativa de Rusia y China a condenar al Gobierno de Asad.
Un día después de que el mediador en el conflicto sirio, Kofi Annan, admitiera el fracaso de su plan de paz y presentara su dimisión del cargo, el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, hizo el que hasta la fecha es su llamamiento más apremiante a la acción. Dijo que se podrían haber cometido “crímenes contra la humanidad o crímenes de guerra” en la ciudad siria de Alepo en los últimos días. “Debemos demostrarle a la ciudadanía de Siria que aprendimos las lecciones de Srebrenica”, añadió. En la matanza de Srebrenica, ocurrida en Bosnia-Herzegovina en 1995, murieron 8.000 varones musulmanes, después de que el mismo Consejo de Seguridad declarara zonas seguras diversos enclaves bosnios que después no defendió.
La resolución de la Asamblea General fue aprobada por 133 votos contra solo 12, con 31 abstenciones. En diciembre, otra resolución similar, que instaba a Siria a adoptar el plan de paz propuesto por la Liga Árabe, se aprobó también con 133 votos a favor, con 11 en contra y 43 abstenciones. El representante saudí ante la ONU, Abdalá al Muallimi, pidió la aprobación de la resolución, redactada por su país, “por los mártires de Alepo”, y “por aquellos que se enfrentan a los tanques con solo sus pechos al descubierto”.
El enviado sirio, Bachar Ja'afari, respondió tildando de “paradoja” el que países como Arabia Saudí y Catar “pidan la paz cuando han tenido un papel protagonista en la militarización del conflicto al proveer a los terroristas [como el régimen denomina a los opositores] de armas”.
Arabia Saudí y otros países árabes suavizaron notablemente la resolución eliminando de ella, a última hora, dos provisiones: una por la cual la Asamblea General de la ONU pedía el abandono inmediato del poder por parte de Bachar el Asad y otra que llamaba a otras naciones a que impusieran sus propias sanciones contra el régimen de forma coordinada. De ese modo, se aseguraron el que la resolución fuera aprobada con una sólida mayoría.
Las delegaciones de Rusia y China habían advertido reiteradamente en contra de esas provisiones, y a causa de medidas similares han vetado en el pasado tres resoluciones en el Consejo de Seguridad, donde son vinculantes.
Solo el Consejo de Seguridad (integrado por Estados Unidos, Francia, Reino Unido, China y Rusia) puede abrir la vía a una posible intervención armada de la OTAN en Siria, de un modo similar al que acabó con el conflicto libio el año pasado.
Los reiterados vetos de China y Rusia respecto a Siria y el consiguiente bloqueo han provocado una frustración patente en la cúpula de las Naciones Unidas. Al anunciar su renuncia, el jueves pasado, Kofi Annan acusó al consejo de seguridad de “una clara falta de unidad”.
La resolución finalmente aprobada deplora “la incapacidad del Consejo de Seguridad de consensuar unas medidas que aseguren que las autoridades Sirias cumplen con sus compromisos”. En marzo, después de reunirse con Annan, el presidente El Asad dijo aceptar su plan de paz, que comenzaba con un alto el fuego y la retirada de la artillería de las zonas pobladas. Aquel plan ha quedado ya prácticamente abandonado.
Tras la votación, nada parecía dar garantías de un cambio sustancial por parte de los aliados de El Asad en la comunidad internacional. Rusia, la principal defensora de Siria en el Consejo de Seguridad, dijo lamentar la dimisión de Annan y pidió que la ONU le busque un sustituto de forma urgente. “Moscú cree que la resolución, tal y como está redactada, no ayuda a la estabilización del conflicto sirio ni a detener la violencia”, declaró el Ministerio de Exteriores ruso en un comunicado, según la agencia oficial RIA Novosti. El Gobierno ruso añadió que considera que las condenas de la ONU son “unilaterales y tendenciosas” y que “cargan la responsabilidad solo sobre las autoridades sirias, mientras la comunidad internacional deja a la oposición fuera de sus exigencias”.
Paralelamente a las negociaciones diplomáticas, El Asad ha buscado, en los últimos días, reforzar sus lazos económicos con Rusia, como un modo de insuflarle vida a su debilitado régimen. Una delegación de altos funcionarios de Siria visitó el viernes Moscú y reveló que está negociando un acuerdo para cambiar crudo excedente de Siria por gasóleo diésel ruso, informa Reuters. Siria produce unos 200.000 barriles de petróleo al día, pero ante la guerra civil que experimenta, el régimen necesita combustible ya refinado.
Fuente: El País.