Si bien el huracán "Sandy", que devastó la costa este de EE.UU., mantuvo hoy suspendida por segundo día la campaña electoral en ese país, ambos candidatos comenzaron a ver cómo la reanudan ya que faltan sólo cinco días para los comicios.
 
En el sector demócrata, el presidente Barack Obama se vio obligado a centrarse en las tareas de recuperación de este fenómeno que dejó medio centenar de muertos. Por eso su lugar lo tomó el ex presidente Bill Clinton.
 
El ex mandatario mantuvo una agitada agenda que lo lleva esta semana a ocho estados. El lunes hizo campaña en Florida y luego apareció en Ohio junto al vicepresidente Joseph Biden. También estuvo en Minnesota y tenía previsto viajar más tarde al crucial Colorado, a Iowa, Virginia, Nuevo Hampshire y Wisconsin.
 
Obama, tratando de coordinar la ayuda a los sectores más afectados por el huracán, canceló todos los actos previstos. Recién mañana volverá al ruedo, con visitas a Colorado y Nevada. Pero Clinton, como sustituto, resulta un gran éxito. Ya se vio esto en el elogiado discurso de la Convención Demócrata de septiembre.
 
"Clinton sigue siendo una figura muy popular, y si lo que se intenta es animar a los simpatizantes, asegurarse de que participen (el 6 de noviembre) y convencer a algunos de los votantes indecisos, él es probablemente la mejor opción que tiene Obama", dijo  Mark Brewer, un experto en elecciones de la Universidad de Maine.
 
Con él coinciden Leonard Steinhorn, profesor de políticas de la American University (AU), que cree que el expresidente "puede ser muy eficaz para hacer que la gente se decida a votar".
 
Allan Litchman, que analiza campañas electorales en la misma universidad, sostiene que “normalmente, los actos de campaña no tienen efecto (en las elecciones), especialmente cuando los hacen sustitutos del candidato. Bill Clinton puede ser la única excepción, por su popularidad y su efectividad como orador".
 
La popularidad de Clinton se ha convertido en una herramienta tan importante para la campaña de Obama que el candidato republicano, Mitt Romney, la convirtió en un chiste en una cena benéfica en Nueva York a mediados de octubre.
 
El exmandatario, que gobernó durante el periodo más largo de crecimiento económico en la historia del país (1993-2001), ha supuesto un apoyo decisivo para la campaña en ese terreno, al respaldar las acciones de Obama y compararlas con las suyas.
 
Pero también ha querido tener un impacto en la estrategia de reelección de Obama, y según fuentes cercanas a la campaña, fue el responsable de que los demócratas pasaran de describir a Romney como un político manipulable y sin ideas firmes a retratarle como un conservador extremo.
 
El republicano Mitt Romney, en tanto, también suspendió provisoriamente la camapaña y se dedicó a recaudar fondos para los damnificados. Pero se espera que hoy la reanude tratando de captar al electorado de Minnesota y Pensilvania, estados tradicionalmente demócratas.
 
Las acciones proselitistas del Partido Republicano en los tres estados del cinturón industrial podrían indicar que Romney busca desesperadamente en el último minuto una ruta combinación alternativa de resultados para lograr los 270 votos del Colegio Electoral, sin contar Ohio, que es crucial.
 
Según las diversas encuestas, ambos candidatos están empatados en las preferencias electorales, aunque Obama al parecer tiene la ventaja en la búsqueda del voto electoral en los estados indecisos y en las combinaciones de resultados entre los estados.
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