Daniel Scioli, el candidato oficialista apoyado por Cristina Fernández de Kirchner, anunció este domingo que ha ganado la primera vuelta, pero admitió en forma implícita que deberá afrontar un balotaje. En un mitin en el estadio Luna Park, de Buenos Aires, convocó ya a los indecisos y atacó a su rival liberal, Mauricio Macri, al calificarlo de «candidato del ajuste». Es la primera vez que Scioli critica tan abiertamente a su amigo Macri. En el Luna Park se respiraba un ambiente de gran frustración, aunque esperan que la diferencia entre su candidato y el segundo sea muy clara, de hasta nueve puntos porcentuales de diferencia.

Scioli se perfilaba anoche como ganador de las elecciones en Argentina, según los datos de las primeras encuestas, pero luchaba con dificultad para intentar evitar una incierta segunda vuelta. Los primeros datos que manejaban los partidos, de limitada fiabilidad, señalaban que Macri se hallaba muy cerca de lograr su objetivo de forzar una segunda vuelta. Para Scioli y su principal respaldo, el Gobierno de Fernández de Kirchner, supondría un gran e inesperado fracaso.

Argentina ya no es la misma que en 2011, cuando Cristina Kirchner logró su reelección con el 54% de los votos, sin oposición. Ahora se pelea voto a voto y hay incertidumbre hasta el final de una larga noche electoral. Esa es la principal novedad de estas elecciones: por primera vez desde que llegó el kirchnerismo al poder, hay una oposición fuerte y el ganador tendrá que hacer acuerdos. El rodillo que ha utilizado en los últimos años el kirchnerismo ya no será posible, al menos según los datos que apuntaban las primeras encuestas.

El peronismo ya no arrasa como en 2011, cuando Cristina Kirchner logró el 54% de los votos
Desde 2012 en adelante, la economía se ha mantenido estancada e incluso en 2014 una fuerte devaluación del peso derivó en que por primera vez desde que el kirchnerismo está en el poder la inflación, que en la actualidad alcanza el 25%, superó las subidas salariales.

También los casos de corrupción se han multiplicado, y hasta el vicepresidente de Argentina, Amado Boudou, está procesado en dos casos por varios delitos. Los escándalos han afectado incluso a la familia de la presidenta, con el caso Hotesur.

Sin embargo, la jefa de Estado mantiene su popularidad por encima del 40%, sobre todo porque muchos votantes comparan el estado actual de su país con el de la crisis de 2001, antes de que el kirchnerismo llegara al poder, con un 57% de pobreza y un 25% de desempleo.

Esa buena imagen de Cristina Fernández de Kirchner, sumada a una economía en crisis pero que gracias a una gran inyección de liquidez y de gasto público este año no llega a hundirse, llevaba a todos los encuestadores y analistas políticos presumir en las últimas semanas que Scioli lograría ganar en la primera vuelta. Esos mismos análisis señalaban que Macri, aspirante liberal e hijo de uno de los empresarios más ricos del país y con imagen de liberal, tenía un techo de voto que le impedía superar el 30% que necesitaba para forzar una segunda vuelta. La resistencia de Sergio Massa, el peronista disidente que ha llegado con mucha fuerza hasta el día de las elecciones, hacía pensar que Scioli ganaría en primera vuelta. Sin embargo, las encuestas a la salida de las urnas, cuya publicación está prohibida en Argentina hasta tres horas después del cierre de los colegios, indicaban que la diferencia entre Scioli y Macri era de menos de 10 puntos, lo que forzaría una segunda vuelta.

Scioli, un candidato mucho más de centro que los Kirchner, que en teoría debería cubrir un espacio mayor que ellos, no habría así logrado el resultado esperado. Aunque si finalmente lograba, aunque fuera por unas décimas, una victoria en primera vuelta, todas esas dudas quedarían disipadas y él pasaría a tener todo el poder.

“Estamos votando en un país normal”, destacó la presidenta Fernández de Kirchner después emitir su sufragio en Santa Cruz, la provincia donde empezó el kirchnerismo y donde ayer también se vivía una batalla descarnada para conservar el poder con Alicia Kirchner, la hermana de Néstor, como candidata a gobernadora.

Efectivamente, a diferencia de las primarias de voto obligatorio de agosto pasado, esta vez prácticamente no hubo denuncias de irregularidades. En aquella oportunidad en algunas escuelas la oposición se quejó del robo de papeletas en las cabinas de votación. Esta vez no ocurrió nada de eso. Las elecciones se habían definido como “las más controladas de la historia”, y los partidos habían desplegado un ejército de interventores para evitar cualquier tipo de fraude.

Era un día de votación especial porque jugaban Los Pumas, la selección de rugby, que finalmente perdieron frente a Australia, y los dos principales candidatos trataron de apuntarse a esa ola del deporte. Scioli expresó su deseo de que su país fuera reflejo del espíritu de Los Pumas. “Los Pumas son una expresión de lo que debe ser el país. Contagiémonos el espíritu Puma. Yo lo digo como deportista. Yo creo en esos valores. ¿Vieron cuánta expectativa hay por los Pumas? Esa es la garra que tenemos que poner”.

Macri también se sumó a esa idea. “Veo mucha alegría en la calle, hoy puede ser algo histórico. Los argentinos votan por seguir igual o cambiar, esperemos que votemos por el cambio”, dijo Macri para relatar que iba a ver el partido en familia. “Ellos son un ejemplo, es la Argentina que queremos, todos unidos y mirando para adelante”, remató.

Sergio Massa, que según las encuestas habría logrado resistir a las llamadas al voto útil que había lanzado Macri para arrebatarle apoyos, también aparecía eufórico: “Más allá del resultado, más allá de las cuestiones políticas, ojalá que empiece una etapa nueva en la Argentina a partir de la decisión de la gente”. Massa fue el único que habló de pequeños fraudes: “Me acaban de avisar de que tuvimos un pequeño incidente de robo de boletas, hoy todos los argentinos tenemos la responsabilidad de cuidar el voto de la gente”, aseguró.

Más de 32 millones de argentinos estaban convocados a las urnas para elegir al presidente que los gobernará hasta 2019. En este país es obligatorio el voto de los ciudadanos de 18 a 69 años y optativo para los de 16, 17 y mayores de 70. Los argentinos también eligen 45 diputados del Parlamento de Mercosur (Parlasur) y la mitad de la Cámara de Diputados. En ocho provincias se renueva un tercio del Senado nacional. En 11 se vota al gobernador, legisladores provinciales, alcaldes y concejales, con las batalla especialmente simbólicas de Santa Cruz y la poderosa provincia de Buenos Aires.

ELPAÍS.COM

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