Steve Bothma, un granjero sudafricano, creyó ver la luz al final del túnel cuando el hombre del tiempo anunciaba lluvia tras cinco o seis años de sequía. Pero unos días después, la predicción cambió y el sol volvía a brillar con fuerza.
En la provincia oriental de El Cabo nadie recuerda exactamente cuándo fue la última vez que llovió de verdad. Algunos dicen que fue hace cinco años, otros seis, informó AFP.
«Es un desastre«, dice Bothma, de 51 años, que nunca había visto una sequía semejante en tres décadas trabajando la tierra en esta zona, cercana a la ciudad de Adelaida.
Sudáfrica padece una de las peores sequías en décadas, resultado de años sin lluvia y de las altas temperaturas.
Las cada vez más escuálidas cosechas y la disminución de las cabañas de animales hace que millones de personas se enfrenten al hambre.
«Solían estar verdes en esta época del año» pero «ahora los pinos se están muriendo», dice Bothma.
Sudáfrica ya es uno de los países más secos del mundo en tiempos normales.
Pero la urbanización galopante y el creciente consumo de agua han agotado las reservas.
En 2018 Ciudad del Cabo, la segunda ciudad del país, se quedó prácticamente seca.
En octubre los niveles de las represas cayeron peligrosamente por lo que el presidente Cyril Ramaphosa instó a tomar «medidas drásticas» y dijo que cinco de las nueve provincias del país están muy afectadas.
Fuente: Globovisión /AFP/GM