Santo Domingo:- La alimentación en el recién nacido juega un papel esencial en su salud y bienestar, debido al rápido desarrollo y crecimiento que se produce durante el primer año de vida. Encontrándonos, conmemorando la Semana mundial de la lactancia materna, lo primero que se debe afirmar es que: “la leche materna es el método preferido de alimentación en la infancia, debido a sus beneficios nutricionales, inmunológicos y psicológicos”.

Además, la leche humana representa uno de los factores clave en el desarrollo de la microbiota intestinal infantil, a la que se atribuye la iniciación de un poderoso sistema de defensa. Estudios recientes han demostrado que el papel probiótico de las bacterias presentes en la leche materna tiene múltiples efectos beneficiosos en el recién nacido, entre los que destaca: su efecto antimicrobiano, inmunomodulador y metabólico.

Existen múltiples factores externos modificables, mejor conocidos como “factores epigenéticos, que han estado condicionando en las últimas décadas la alteración cada vez más precoz e intensa de la respuesta inmunológica de forma exagerada, esa que conocemos como: “Atopia”; lo que ha convertido a las enfermedades alérgicas en una pandemia, que avanza a pasos agigantados afectando, según datos estadísticos de la World Allergy Association (WAO), una tercera parte de la población mundial.

Dentro de estos factores señalados está la disminución o ausencia de la Lactancia materna. El Dr. José Alberto Torres, Gerente de Alergología del Hospital Pediátrico Dr. Hugo Mendoza señala que, por diversas razones inexplicables, esta ha ido disminuyendo considerablemente a cifras realmente vergonzosas en nuestro país, donde, según datos de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), la República Dominicana ocupa el peor lugar entre los países de Latinoamérica que fomentan y practican la lactancia entre las madres, y el 4to peor lugar entre los países de todo el mundo.

La Dermatitis atópica es la primera condición alérgica que afecta al ser humano. Uno de cada veinte niños suele presentar, en los primeros años o meses de vida esta enfermedad. Es un proceso en aumento en los últimos 30 años y todos los estudios epidemiológicos coinciden en que su prevalencia (como en el resto de las enfermedades alérgicas) coincide con la ausencia o disminución de la lactancia materna.

La leche materna contiene enzimas bioactivas, hormonas, factores de crecimiento y factores inmunomoduladores con la capacidad de ejercer actividades inmunorreguladoras. Se ha demostrado que la exposición temprana a los ácidos grasos de cadena corta, presentes en la leche materna, protege contra la atopia o alergia, particularmente en familias de alto riesgo.

El Dr. Torres destaca que en estudios realizados en el Hospital de la Vall de Hebrón de Barcelona (España) en lactantes de alto riesgo, se comprobó que la lactancia materna durante más de 4 meses y la exclusión de alimentos sólidos durante los primeros cuatro a seis meses disminuye la incidencia posterior de alergia a la leche de vaca, uno de los alimentos más fuertemente asociados a la Dermatitis atópica.

De igual modo señala que se ha publicado en varios estudios recientes acerca de los efectos antinflamatorios de la leche materna y su poder curativo cuando se utiliza de forma tópica en heridas. Del mismo modo, en un artículo publicado en el “International Journal of Dermatology” se presenta el primer ensayo clínico aleatorizado que sugiere que la leche materna utilizada de forma tópica mejora la dermatitis atópica con los mismos resultados que la hidrocortisona al 1% en pomada. Por lo tanto, puede recomendarse su uso debido a su bajo coste, su accesibilidad y a la ausencia de efectos secundarios.

Las proteínas de la leche de vaca son las que se usan en las fórmulas infantiles y están íntimamente relacionadas con alergias en los bebés. Por lo que en estos casos se recomienda la leche de vaca hidrolizada, que es fraccionar las proteínas de la leche en otras más pequeñas y así son mejor digeridas y se evitan síntomas alérgicos.

Por último, se puede recurrir a suplementos alimenticios que sean beneficiosos para la piel como las vitaminas del grupo B y los minerales. Es importante que la dieta esté supervisada por un profesional.

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